Educación Ambiental y su vinculación con la Comunidad Universitaria. Una práctica esencial para el Desarrollo Sustentable.

Juan Jorge Riquelme
Estudiante de la Facultad de Medicina
Veterinaria y Zootecnia
Universidad Nacional Autónoma de México
Colectivo Quercus
Hoja de Agua.

Caminando juntos por el Desarrollo y la Sustentabilidad”
Si ustedes globalizan el mundo, nosotros globalizamos la resistencia”.


1 Presentación.
La preocupación por el tema ambiental ha cobrado gran importancia en múltiples planos y niveles de la vida social y política de la mayoría de las naciones. Nunca antes habían existido tantas iniciativas y acciones sociales, políticas, económicas, educativas, tecnológicas y jurídicas a favor del mejoramiento del ambiente. En ello participa una plétora de individuos y organizaciones con variados intereses, formas de organización y posiciones sobre los problemas ambientales, así como sus posibles soluciones.
Han pasado varias décadas desde que empezaron a escucharse voces de alarma ante el visible deterioro ambiental del planeta. Aunque desde entonces, la sociedad en su conjunto, los gobiernos nacionales y los organismos internacionales han tomado medidas y diseñado políticas con tendencia de favorecer la reducción de las repercusiones en la sociedad y la naturaleza, pero la persistencia de los problemas nos hacen reflexionar sobre la necesidad de modificar las formas en que se han hecho las cosas. No hay que desconocer los avances que permiten vislumbrar posibilidades de cambio en mediano y largo plazos, pero aún queda mucho por pensar y hacer.
Como ya se ha demostrado, la inviabilidad de la civilización industrial, tecnocrática, materialista, capitalista y eurogénica, se pone en evidencia no sólo por el paulatino incremento tanto de la pobreza material de los países del Tercer Mundo, sino de la miseria espiritual de los habitantes de sus propios enclaves. A las contradicciones e injusticias sociales se debe agregar un conflicto supremo cualitativamente superior, entre la sociedad humana y la naturaleza que, como vemos, pone en entredicho la permanencia del modelo civilizador que hoy domina el mundo contemporáneo. La sociedad industrial es pues una civilización que padece una doble crisis: social y ecológica.
Hoy sabemos que la sociedad está cambiando y ha empezado a tener mayor visibilidad. Lo ambiental se ha constituido en uno de los temas nacionales donde converge un mayor interés social. Se trata de un momento de oportunidad y gran desafío, por lo que resulta fundamental exponer alternativas, desde un enfoque holístico e integral para emprender acciones y proyectos a favor del medio ambiente dentro de las aspiraciones de cambio social.
La globalización de lo humano, es decir, la aprehensión y socialización del espacio planetario, es ya un proceso en plena consolidación que obliga a repensarlo todo: política, economía, cultura, diplomacia, educación, estilos de vida, ya que esta globalización de lo humano se festina como logro del desarrollo social, y en particular de la civilización industrial, la cual ha terminado por desencadenar sus propias megacontradicciones.
Los seres humanos organizados en sociedad afectamos la Naturaleza (su estructura, su dinámica, su evolución) por dos vías: al apropiarnos de los elementos naturales (aprovechamiento de los recursos naturales) y al expulsar elementos ya socializados, al producir, circular, transformar y consumir, los seres humanos (como individuos y como conjunto social) excretamos materiales (desechos) hacia la esfera de lo natural.
Durante la producción primaria o rural las sociedades extraen materiales y energías de la naturaleza a través de la agricultura, la ganadería, la silvicultura, la pesca y las actividades de extracción como la de minerales o energéticas. Estos productos que son “arrancados a la naturaleza” se convierten en materias primas, las cuales luego son transformadas mediante la producción artesanal, manufacturera o industrial para su posterior consumo, o bien, como productos (alimentos y otros bienes) para ser consumidos directamente por los seres humanos. Por lo anterior, la naturaleza posee un triple valor, el primero y segundo es el material-social, donde para la sociedad se muestra como la fuente primaria de toda producción y el tercero es el reservorio final y re-ciclador de todo desecho generado por la sociedad, es el espacio ambiental que permite la regulación de los ciclos del aire, agua y nutrientes, y la moderación de las temperaturas requeridos por los individuos de la especie humana (servicios ecológicos).
En la actualidad se cuenta con demasiadas evidencias para demostrar cómo, bajo el modelo impuesto por la civilización industrial, es imposible mantener en funcionamiento los principales ciclos del metabolismo entre la sociedad humana y la naturaleza. Los impactos negativos sobre la matriz fisicobiológica del planeta ocurren en dos dimensiones: durante la toma de energía y materiales (apropiación) y durante la expulsión de desechos y contaminantes (excreción). En el primer caso, la sociedad humana desvía los ciclos naturales de gigantescos volúmenes de agua, organismos acuáticos, nutrientes de los suelos, biomasa terrestre, gases y, en fin energía solar, para ser consumidos por los propios seres humanos, sus aparatos de transformación industrial, sus medios de transporte o confort, o para construir y mantener sus numerosas edificaciones.
En conjunto se estima que estas actividades extractivas desvían, directa o indirectamente, más de la mitad del flujo de agua del ciclo hidrológico (Postel et al., 1996), y 40% de la producción primaria neta (PPN) de la fotosíntesis terrestre (Vitousek et al., 1986). La PPN es la energía solar captada y transformada por las plantas en materia o tejido vegetal, base de toda la pirámide energética del ecosistema planetario.
En cuanto a los impactos por contaminación, las últimas décadas han presenciado un descomunal incremento de los desechos industriales y urbanos, al poner en evidencia que la capacidad de reciclamiento de los sistemas naturales ha sido desbordada. Los billones de toneladas de desechos que anualmente se depositan en los océanos, los cuerpos de agua continentales, las áreas boscosas y la atmósfera no sólo han afectado los ecosistemas locales y regionales, si no que han modificado notoriamente algunos procesos de carácter global.
Los dos fenómenos mejor conocidos y publicados son la afectación de la capa de ozono de la atmósfera por efecto de los clorofluorocarbonos (CFC´s), un contaminante industrial y las modificaciones inducidas por la acumulación del bióxido de carbono, metano, óxido nitroso y otros gases de la atmósfera. En el primer caso, por acuerdos internacionales se ha logrado disminuir la producción de CFC´s, aunque esto no ha evitado la apertura de un gigantesco “hoyo” en la atmósfera del hemisferio sur (Antártida) de un tamaño estimado de 20 millones de km², espacio por el cual se filtran rayos solares, los cuales suelen provocar cáncer de piel o ceguera en animales o humanos. En el segundo caso, los volúmenes de bióxido de carbono y otros gases siguen incrementándose en la atmósfera como resultado de la expansión industrial y la deforestación, que traen como consecuencia el posible calentamiento del planeta (efecto invernadero), pues estos gases permiten el paso de los rayos solares, pero no su salida hacia el espacio una vez que son reflejados por la superficie terrestre.
Entonces si hacemos una revisión precedente del panorama actual y su proyección hacia el futuro inmediato revela que de no revertirse las actuales tendencias de la humanidad habrá que enfrentar una situación de alto riesgo en las próximas dos o tres décadas.
1.1 Focos rojos, factores que demuestran el incremento y la agudización de la crisis social y ecológica
En la actualidad, y a pesar de que existe una mayor conciencia entre los ciudadanos del mundo, además del incremento de la población y la expansión de la economía, las estadísticas anuncian tasas mayores de deforestación, erosión de suelos, contaminación de mares y ciudades, acumulación de gases en la atmósfera y la sobreexplotación de los recursos marinos o de mantos acuáticos (Brown, et al., 199). Ello es la consecuencia no sólo del incremento demográfico o monetario, sino de la forma que estos dos fenómenos adquieren en el escenario global: más alimentos, más autos, y cigarros, más producción de acero, madera y leña, más ciudades inseguras, más tierras para el cultivo, menos bosques, más agroquímicos; es decir más energía solar y fósil para satisfacer las necesidades, de manera cada vez menos eficiente y cada vez más injusta.
Todo esto por la proliferación y puesta en práctica del neoliberalismo: traducida como la apertura comercial indiscriminada, mercantilización de todos los recursos naturales, la disminución de la inversión pública incluida la educación y de los subsidios estatales, privatización y desmantelamiento de los servicios sociales (ejemplo en México, la compañía de LFC), destrucción del campesinado y de las culturas indígenas del mundo, fin a las políticas de seguridad y autosuficiencia alimentaria de los países (Aprobación de la entrada de Transgénicos como modelos “experimentales”), etc. Estas tendencias aparentemente indetenibles por fuerza social alguna sólo encuentran reacciones de su calibre en fenómenos que se desencadenan al afectar el equilibrio ecológico del planeta, en otras palabras, en las formas en como la naturaleza expresa su furia.
En los últimos años se acumularon suficientes evidencias que demostraron la existencia de fenómenos no registrados anteriormente tales como el incremento en el número e intensidad de los ciclones, la producción de contaminantes de la atmósfera derivados de las quemas agrícolas, pecuarias y forestales.
1.2 La sociedad sustentable: muestra de una alternativa a la crisis social y ecológica del modelo de la civilización industrial
Cada día toma más fuerza este paradigma del desarrollo sustentable, el cual es, antes que todo una propuesta nacida de la crítica al optimismo económico y tecnológico, además de la acción realizada de innumerables movimientos sociales y políticos que luchan por una “modernidad alternativa”, basada en una nueva ética planetaria y en la solidaridad con todos los miembros de la especie humana, con todos los seres vivos y elementos presentes en el planeta.
Uno de los mitos más extendidos dentro del mundo contemporáneo es aquel que plantea que el crecimiento económico es sinónimo de desarrollo humano. Esta falsa idea supone que el crecimiento de la riqueza material de una nación hace posible automáticamente, el aumento de bienestar de su población. Y es que normalmente la economía no menciona la cuestión de las necesidades humanas, sino que habla de bienestar humano en relación con las preferencias relevadas monetariamente en el mercado, trata así a las necesidades humanas como preferencias expresadas en valores monetarios determinados en los mercados, esta afirmación permite al economista convencional igualar el aumento del consumo con el aumento del bienestar.
Una segunda vertiente crítica, proviene de la ecología y estuvo dirigida a realizar la desmitificación del optimismo tecnológico. Así se muestra que no sólo los modernos sistemas productivos agrícolas, pecuarios, forestales y pesqueros constituyen modos ineficientes y depredadores del entorno natural, también las formas actuales de producción, almacenamiento, distribución y uso de la energía constituyen diseños ineficientes, despilfarradores y muy peligrosos, así como las maneras como se ha estructurado la mayor parte de la industria contemporánea.
El concepto de Desarrollo Sustentable conforma un esfuerzo por articular las dimensiones ecológica, económica y social, aunque existen diferentes interpretaciones de este, encontrando que el desarrollo sustentable ha sido adoptado y adaptado al discurso y la acción de gobiernos nacionales (Canadá, Costa Rica, Bolivia, México), de creyentes de la ecología, filósofos, técnicos agropecuarios, teólogos, científicos, empresas multinacionales, poetas, instituciones académicas y numerosos movimientos sociales.
El desarrollo sustentable es “…la esencia de un proyecto que tiende a la construcción de un futuro distinto para la humanidad, y que recoge el sentido fundamental del movimiento de una parte importante de la sociedad, convertido en acción transformadora. Es la acción de una parte de los desfavorecidos del modelo de desarrollo modernizador, de sectores independientes del poder, de pensadores críticos al sistema establecido…”
Pero esto no es un tema caprichoso, producto de una nueva agenda académica o política; es una exigencia creciente e histórica de comunidades, organizaciones y ciudadanos empeñados en construir una nueva historia, en liberarse de situaciones humillantes y en liberar a la naturaleza de prácticas depredadoras por parte del género humano.
1.3 Universidad y sustentabilidad: la búsqueda de la “modernidad alternativa”
Si la universidad es no solamente la institución que provee a la sociedad de cuadros científicos, técnicos, humanísticos y artísticos, sino sobre todo la casa donde se construyen sueños, proyectos y utopías, entonces una universidad de vanguardia debe de ser una institución comprometida con los principios de desarrollo sustentable. No se trata de agregar, simple y llanamente, a su estructura administrativa y académica una nueva dimensión de moda, pues ello supone darle un valor secundario a lo que debe ser un compromiso. Tampoco se trata de operativizar un discurso sin realizar una reformulación profunda de los fines y de los medios del quehacer universitario a la luz de la preocupante situación actual, pues ello sólo haría de los proyectos universitarios simples paliativos.
Una universidad comprometida con el desarrollo sustentable debe inducir en todos sus miembros la nueva conciencia de especie y la nueva ética de solidaridad con todos los miembros del planeta.
Este principio ético obliga a la universidad a una profunda revisión de sus tareas educativas, de investigación y de difusión, pues hoy en día muchas de las principales universidades del mundo son verdaderos centros donde se enseña la aplicación de conocimiento sin ningún referente ético. La mercantilización de los saberes contribuye a formar cuadros profesionales, científicos, técnicos y humanísticos para las fuerzas que contribuyen a mantener e incluso acelerar los mecanismos de deterioro ecológico y de injusticia social. El quiebre del individualismo, valor supremo de la civilización industrial, debería ser por lo tanto la principal acción a realizar dentro del seno de las universidades.
Resulta obligatoria la creación de formas novedosas de articulación del conocimiento, en carreras de carácter multidisciplinario, que deberían agregarse, no sustituir a la currícula convencionales. El encuentro entre ciencias naturales y ciencias sociales es una respuesta obvia a la situación del mundo contemporáneo donde los procesos naturales y de la sociedad aparecen como fenómenos de una misma totalidad. Además del obligatorio re-encuentro entre las ciencias y las artes, esta vez dinamizadas por un sentimiento general de supervivencia, donde todas las disciplinas se articulan y se orientan hacia la defensa del ser humano y su planeta, amenazados por una fracción suicida de su propia colectividad.
La vinculación de la universidad con su entorno social, demuestra y justifica las propuestas anteriores, una universidad volcada a la resolución de los problemas urgentes, tanto sociales como ecológicos, que en conjunto forman las megacontradicciones de la civilización industrial.
Una universidad con un nuevo arsenal epistemológico donde el saber universitario se pone al servicio y se combina con las opiniones y saberes de los sectores sociales involucrados en las problemáticas que se abordan y se atacan. Una universidad preocupada por involucrarse con las problemáticas (locales, regionales y nacionales) más cercanas de su entorno inmediato, sin perder nunca de vista sus repercusiones sobre los fenómenos globales o de mayor escala. Una universidad que orienta todo su esfuerzo en el diseño y construcción de una modernidad alternativa, que se expresa en la visualización de una nueva sociedad sustentable, en una acción colectiva por la defensa de la humanidad y el ecosistema planetario.
1.4 La posición de Quercus como grupo colectivo de estudiantes de Medicina Veterinaria y Zootecnia dentro de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Nuestra visión es un mundo en el cual nuestro trabajo y estilos de vida contribuyan al bien común de toda la vida en la Tierra. Creemos que a través de la educación, se pueden lograr estilos de vida que apoyen la integridad ecológica, la justicia social y económica, los modos de vida sostenibles y el respeto a toda forma de vida. A través de la educación podemos aprender a prevenir y resolver conflictos, respetar la diversidad cultural, crear una sociedad con un profundo respeto al cuidado y una vida en paz. Podemos aprender de los pueblos indígenas y los patrones tradicionales de vida que respetan y honran la Tierra y sus sistemas de apoyo a la vida, además podemos adaptar esta sabiduría a nuestro mundo que cambia rápidamente. Podemos hacer escogencias individuales, comunitarias, nacionales y hasta globales con la debida consideración hacia el bien colectivo. Individuos incluyendo a la juventud, la sociedad civil, los gobiernos, el sector privado, los socios donantes y otras instituciones pueden apreciar que su actuar cotidiano puede dar forma a un futuro viable del cual todos podemos estar orgullosos.
La producción y consumo humanos cada vez mayores están rápidamente socavando los sistemas de soporte de vida de la Tierra y el potencial para que toda vida prospere. Las suposiciones acerca de lo que constituye una calidad de vida aceptable para algunos, la mayoría de las veces significa privación para otros. La brecha entre ricos y pobres se está ensanchando. La crisis climática, la pérdida de biodiversidad, el incremento en los riesgos para la salud y la pobreza son indicadores de modelos de desarrollo y estilos de vida insostenibles. Existen modelos y visiones para un futuro sostenible y se necesita acción urgente para convertirlos en realidad. Los derechos humanos, la equidad de género, la justicia social y un medio ambiente saludable deben convertirse en imperativos globales. La educación para el desarrollo sustentable es esencial para que esta transformación ocurra.
El ejemplo que damos es muy importante, y es así que a través de nuestras acciones, agregamos substancia y vigor a la búsqueda de una vida sostenible. Necesitamos re-pensar y cambiar con creatividad e imaginación, los valores por los cuales vivimos, las elecciones que hacemos y las acciones que tomamos.
Debemos reconsiderar nuestras herramientas, métodos y abordajes, nuestras políticas y economía, nuestras relaciones y alianzas, así como las verdaderas bases y el propósito de la educación y de que manera esto se relaciona con la vida que llevamos.
Los procesos de Educación Ambiental apoyan y abogan por la educación para el desarrollo sostenible, donde tales procesos deben ser relevantes, responsivos y responsables. Se insta para que la investigación brinde mayor rigor y credibilidad e identifique métodos cada vez más efectivos de aprender y compartir conocimiento.
Todos somos tanto aprendices como educadores. La educación para el desarrollo sostenible nos insta para que cambiemos y no veamos a la educación como un mecanismo de entrega si no como un proceso de por vida, holístico e inclusivo. Nos comprometemos a construir alianzas y compartir diversas experiencias y conocimiento colectivo para refinar la visión de sustentabilidad mientras continuamos ejerciendo su práctica.
Por eso se promueve una serie de actividades y para que todos podamos participar en ellas, se invita a toda la comunidad universitaria a colaborar en el seguimiento de los principios de sustentabilidad con humildad, inclusividad, integridad y un fuerte sentido de humanidad acompañado siempre del sentimiento de esperanza, entusiasmo y compromiso hacia la acción.
Aquí se presenta la primera labor comprometida con el cuidado del agua, abordando el tema desde un punto de vista crítico, dándole un enfoque reflexivo sobre el manejo tradicional del cual podríamos escudarnos para fortalecer y reivindicar nuestra manera de apreciar este recurso.
2 Introducción.
El Agua.
foto: Leon Lopez
El conocimiento preciso de la situación en la que se encuentra México en materia de agua, y de manera especial las soluciones aplicables a nuestra realidad como nación, sólo pueden provenir de la investigación científica y tecnológica, y de la declaración de una nueva cultura para su preservación y aprovechamiento racional.
Uno de los problemas centrales para la especie humana en el siglo XXI es sin duda el del agua. La disponibilidad de este elemento para el consumo humano, industrial y doméstico constituye uno de los mayores desafíos a escala global. México no escapa a esta problemática, que se manifiesta de manera cada vez más clara y altamente conforme transcurre el tiempo. Fenómenos mundiales como el cambio climático; los conflictos multinacionales, caracterizados por las frecuentes disputas por este recurso entre naciones; o condiciones locales, como el deterioro ecológico y el crecimiento poblacional, constituyen señales de alerta que no pueden ser ignoradas y obligan a buscar soluciones a corto, mediano y largo plazos.
El agua es una condición mínima para la vida y es de vital importancia para el desarrollo social y económico. Lo mismo puede ayudar a producir en abundancia que mantener el límite de la subsistencia a una región o comunidad. Históricamente el agua ha sido el principio de los asentamientos humanos, pues de ella depende la base de la producción alimentaria y en la actualidad, del desarrollo industrial.
La creciente competencia entre sus innumerables usos ha generado un crecimiento exponencial de su demanda, cercano al 600 por ciento, en los últimos años 100 años, con la consecuente sobreexplotación del recurso y contaminación de las fuentes de agua y el medio ambiente.
Hoy puede decirse que la tasa de contaminantes presentes en los cuerpos de agua está superando la capacidad de recuperación de éstos y la seguridad de contar con suficiente agua para el consumo humano empieza a ponerse en duda, obligándonos a replantear nuestra postura sobre éste recurso. De ahí que sea preciso fomentar una cultura del agua con la que se otorgue un nuevo valor y se tenga una conciencia clara de que su fin es nuestro fin.
Bibliografía.


  • Brown, L., C. Flavin & H. Kane (editores) (1999) Vital signs.


  • -- 1999, the trends that are shaping our future. Washington, Worldwatch Institute.


  • Postel, S., G. Daily & P-R. Ehrlich (1996) "Human appropriation of renewable fresh water", en Bioscience, núm. 271, pp. 785-788.


  • Toledo, V.M. (1992) "Modernidad y ecología", en Nexos. México, núm. 169, pp. 55-60.


  • -- (1998) "Estudiar lo rural desde una perspectiva interdisciplinaria: el enfoque ecológico-sociológico", en Valdivia.


  • M.E. et al. (editores) "Globalización, crisis y desarrollo rural en América Latina". Asociación Latinoamericana de Sociología Rural.


  • Vitousek, P.M. et al. (1986) "Human appropiation of products of photosynthesis", en Bioscience, núm. 37, pp. 345-354.

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